¡Ay,
el ego fotográfico! Llevad cuidado con él, amigos, porque si lo
dejáis suelto es el brebaje de Jekyll que os transformará para
llevaros por donde quiera. Como no entendéis su mecánica mental, no
lo podéis reconocer y caéis una y otra vez en el desastre de
identificaros con Mr. Hyde.
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