El
fotógrafo Adrian McDonald es
vecino de una extensa familia jamaicana en la zona rural de
Wermoreland. Hace cinco meses, mientras fotografiaba plantas y
animales en los alrededores de su casa, oyó la risa de los niños de
la casa de al lado jugando en un columpio.
"Eran
completamente ajenos a mi presencia, estaban en su mundo viviendo la
vida como si no hubiera nada más que felicidad absoluta", contó
a la edición estadounidense de The
Huffington Post.
"Hubo algo de ese momento que llenó mi alma de alegría".
Con
el permiso de los padres, McDonald comenzó a retratar a los niños
mientras jugaban a pillar, a la rayuela, subidos a los árboles e
incluso sentados en corro hablando de sus cosas. El fotógrafo
asegura que tan sólo un par de retratos fueron poses pensadas de
antemano; la mayoría son espontáneas.
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