viernes, 29 de mayo de 2015

99 fotos que me conmovieron Por Rafa Badia ( Escola internacional de fotografía)

Seriamos nosotros capaces de seleccionar 99 fotografías que nos hayan conmovido? (Cristina)

Estamos conformados por nuestras vivencias. Somos lo que somos por lo que hemos vivido, por todo aquello que se aloja en nuestra memoria. También por lo que se esconde en nuestro inconsciente. Nuestro bagaje vital procede, en gran medida, de lo que hemos experimentado en primera persona y del relato oral de quienes nos rodean.
Pero también somos los mensajes elaborados por otros seres humanos a los que, seguramente, nunca conoceremos en persona.

Allí están, próximos, casi íntimos, aunque objetivamente distantes, en la lejanía de los kilómetros y los años, cuando no de los siglos.
Somos lo que vivimos, pero también la literatura, la música, el cine o el arte al que hemos dedicado interés y una parte de nuestro tiempo. Los discursos creativos ajenos nos sirven de cemento, con ellos pegamos los ladrillos vivenciales que conforman el muro de nuestra existencia.
La fotografía, como medio expresivo, no es excepción a la norma. Para mí, que comencé a apasionarme por las fotos a los 13 años, las instantáneas de Edward Weston, Robert Frank o Nan Goldin, por poner sólo tres autores, son importantes más allá del placer estético o la necesidad informativa. Las he hecho mías, me han ayudado a resolver dudas, también me han conferido ánimo en momentos difíciles. En ocasiones me han provocado desazón, ya que me han respondido a cuestiones con otra preguntas; incluso me han revelado cosas que no quería aceptar. Pero eso forma parte del juego.
Es imposible reducir a un número todas las fotos y autores que me han conmovido a lo largo de los años. Lo dejaremos en 99 (una foto y sólo una por cada autor) de todos los géneros y épocas de un medio que comenzó su andadura hace ya 175 años.
Es obvio que se trata de una selección no sólo incompleta, sino también perfectamente subjetiva. Basta un rápido repaso de las seleccionadas para adivinar mis filias y mis fobias. En mi caso es patente la atracción por la fotografía documental del siglo XX europea y norteamericana; el gusto por la fotografía callejera, la mirada humanista; también el diario íntimo fotográfico.
Otro buen indicativo de mi particular labor recolectora es reparar en la fecha en que descubrí cada una de las fotografías: la mayoría de las imágenes comentadas entraron en mi vida durante mi periodo formacional, es decir, antes de cumplir 25 años. Durante los veinticinco siguientes sólo he ido ampliando la base, incorporando autores e imágenes "consonantes" con mi primer cuarto de siglo. Además, casi todas ellas las conocí a través de exposiciones y foto-libros. Tengo la impresión que se adhieren mejor a la memoria que si se ven en la pantalla de un ordenador.
La mía es una selección personal perfectamente extrapolable a la experiencia de muchas personas. Habla de mí, pero eso sólo es una anécdota: podrían hablar de cualquier aficionado a la fotografía. Es un acto exhibicionista, en tanto que se relatan acontecimientos y hechos fundamentales de mi pasado; pero también se trata de un ejercicio de pudor, ya que me "escondo" tras imágenes ajenas de autores que admiro.
Esta selección también es un caso flagrante de apropiación, puesto que decoro mi existencia con el fruto del talento y del trabajo de los fotógrafos que las hicieron. Incluso me permito un ejercicio de latrocinio añadido, ya que casi todos los títulos que aparecen son invenciones mías. Como pliego de descargo argumentaré que el robo no responde a una voluntad de servirme del prestigio ajeno, sino a una debilidad: afirmarme como persona.


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